Los sofás Chesterfield son sin duda un símbolo emblemático e indiscutible del Estilo Clásico Inglés. Me encanta el estilo que tienen y la elegancia que transmiten. Su forma, diseño, material (piel), confección, color, crean en conjunto una pieza tan exclusiva y elegante que enamora a cualquiera.
Originariamente (principios de S. XIX) se empleaban para ambientar los estilizados clubes sociales londinenses donde solo se permitía la entrada a socios de género masculino. En las décadas siguientes pasó a los salones de las casas británicas de la alta sociedad y posteriormente se popularizó hasta convertirse en un icono de la decoración y el sofá clásico inglés por excelencia.
Según cuenta la leyenda, su origen se debe al IV Conde de Chesterfield, que encargó la realización de un sillón a un ebanista local indicándole expresamente que fuera "duro y robusto", con los brazos y respaldo a una misma altura para obligar a sentarse con la espalda recta. El conde se había percatado de que los sillones habituales no permitían a su personal de servicio mantener la postura erguida y correcta, lo que deslucía la vestimenta o uniforme de su mayordomo. Es por ello que encargó una butaca especial que respondiese a sus estrictos cánones de estilo.